Clara repartió las copas, y entre risas vaciamos la última botella de Ventura 27. Fue excitante brindar a la luz de la luna con aquel vino oscuro, extrañamente amargo y dulce a la vez, del que ya habíamos dado cuenta generosamente durante la noche.
Y todavía con la copa en alto, César mirándome con su sonrisa estilo Jack Nicholson en El Resplandor –que por cierto, solo yo entiendo–, me dijo:
—¡Vamos, Lucía, atrévete con un brindis!
— ¡Vashe zdorovie! ¡A tu salud! –Grité en mi mejor ruso recién aprendido en el Museo–, ja, ja, ja, y tras apurar hasta la última gota, lancé la copa al aire, bien lejos. Clara y César, sorprendidos, me imitaron gritando y riendo a coro:
—¡Vashe zdorovie!
Y como niños, al oír el estrépito del cristal al estrellarse en el asfalto, nos miramos llenos de júbilo.
—Ya sabéis el ineludible destino que nos ha consagrado con este brindis –les dije–: nunca nadie volverá a beber en esas copas.
Y aquel gesto, más alcohólico que épico, selló por unos instantes nuestros labios.
Maridajes
Jesús García Gallego y Yolanda Sánchez
Jákara Editores (Málaga, 2020)